El tiempo transcurre vertiginosamente y llega el momento en que debemos hacer un alto para reflexionar en todos aquellos acontecimientos de fundamental importancia que ha vivido el Instituto Nacional de Pediatría, nuestra noble y gran institución de salud a lo largo de 45 años.
Acontecimientos transformadores, de crecimiento y cambios sin precedente. Hoy veo una institución fuerte, vigorosa y caracterizada por el compromiso de sus trabajadores. Sin embargo, me pregunto: ¿hemos hecho todos nuestros máximos esfuerzos al servicio de la niñez mexicana y de sus familias sin seguridad social? y ¿por nuestros compañeros? Creo que no y que aún nos falta por hacer, la entrega y solidaridad hacia los demás se han quedado en muchas ocasiones en el camino, lo que nos obliga a esforzarnos más para lograr nuestra misión.
Referirnos a la historia de nuestra institución nos lleva a hacer memoria colectiva de todos los hechos y acontecimientos relativos a su pasado, dignos de recordar y transmitir a las nuevas generaciones, en resumen: sus logros.
La historia de la Medicina en México y sus avances han cobrado gran relevancia, incluso a nivel internacional, y los del Instituto Nacional de Pediatría no son la excepción. El Instituto, a través de los años ha trascendido y dejado huella en la práctica y quehacer del sector salud, reconocido nivel en su modelo de atención médica integral de la niñez.
Podemos resumir que en los últimos años:
Se ha rescatado la importancia y colaboración del Patronato.
Se puso en operación el acelerador lineal.
Se logró la certificación institucional por el Consejo de Salubridad.
Se acreditaron las especialidades quirúrgicas ante el Seguro Popular.
Se validó el Banco de Sangre por la Entidad Mexicana de Acreditación.
Se firmó el convenio con la Beneficencia Pública.
Se logró la acreditación del Catálogo Universal de Servicios de Salud del Seguro Popular (CAUSES).
Se obtuvieron los mejores resultados en la formación de los recursos humanos de excelencia, validados en los exámenes del Programa Universitario de Especialidades Médicas y los Consejos de las diferentes Especialidades, confirmando al Instituto Nacional de Pediatría como referente académico nacional. Contamos con el mayor número de investigadores en ciencias médicas integrantes del Sistema Nacional de Investigadores en nuestra historia y somos el líder en trasplante de médula ósea, en el tratamiento de las enfermedades lisosomales, metabólicas e inmunodeficiencias; tenemos también los más altos niveles de supervivencia y curación de las enfermedades hemato-oncológicas.
Se han logrado recaudar los mayores ingresos económicos producto de aportaciones del CONACyT y de la industria farmacéutica para financiar la investigación.
Sin embargo, nos queda mucho por hacer, tenemos grandes retos por delante, como lo hemos propuesto para el programa de trabajo 2015– 2016:
Establecer la Unidad de Trasplante Hepático, la nueva Unidad Pediátrica de Hemato-Oncología, la Unidad de Cirugía de Mínima Invasión, la Unidad de Terapia Génica, la Unidad de Medicina Genómica y Biología Molecular, la Unidad de Cardiocirugía y la Farmacia Hospitalaria.
Cabe mencionar también la trascendencia y el cambio de Acta Pediátrica de México, así como el rescate y resurgimiento de los centros de investigación de Tlaltizapán y Huatecalco como polo de la investigación y atención médica integral.
En términos generales establecimos, en el Programa de Trabajo 2011-2016, tres directrices que guían nuestro deber ser: la continuidad, el rediseño y la innovación con el propósito de mantener los más altos estándares de calidad, seguridad, eficiencia, eficacia y seguridad en beneficio de la población atendida, todo dentro de un ambiente laboral digno y justo.
Estoy convencido de que estamos preparados para el futuro; contamos con el factor humano y la tecnología de punta para hacer frente a los nuevos retos de las transiciones epidemiológica y social, ello nos permitirá afrontarlos en los trabajos iniciados y que hoy representan nuestro orgullo institucional. No podemos dar marcha atrás.
Debemos seguir trabajando con responsabilidad, respeto, entrega, solidaridad y honestidad; pero más aún con el cariño hacia nuestros niños y sus familias que serán el futuro de un nuevo México.