Este nuevo libro: Valores y Virtudes en Medicina está coordinado por tres médicos y un filósofo, que también figuran entre sus 24 autores. Consta de tres
Partes: 1) Aspectos Teóricos; 2) Dignidad Humana y 3) Estudios Empíricos. Sin embargo, esto no revela la muy amplia variedad de su contenido: mi primera reacción al consultar los títulos de algunos capítulos fue de sorpresa, pues encontré uno llamado: “Cine y enseñanza de los valores humanos”, otro con el título de “M, el Vampiro de Düsseldorf y la dignidad humana”.
La lectura del texto pronto me demostró que el libro entero gira alrededor de un solo tema: el análisis crítico de la práctica actual de la medicina tomando en cuenta la participación de las dos tendencias conocidas como la medicina basada en la evidencia y la medicina basada en valores.
La primera parte, Aspectos Teóricos, consta de 7 capítulos, de los que deseo destacar 3 que me parecieron particularmente claros y convincentes en sus planteamientos. El primero es el número 3, “Conocimiento Tácito en la Práctica Médica”, que se refiere a las habilidades, experiencias, reflejos y destrezas que el médico necesita, posee y requiere para su práctica, pero que no están en los libros; o sea que no son conocimientos enunciables en proposiciones, lo que se conoce como conocimiento científico. Este otro tipo de conocimiento, el tácito, forma una parte fundamental del oficio y no sólo se refiere a acciones físicas, sean de exploración o quirúrgicas, sino también mentales, y con frecuencia contribuyen en forma fundamental y definitiva al buen manejo de los pacientes. Cuando yo era estudiante de medicina nos referíamos a este conocimiento tácito con el término genérico de “ojo clínico”, e indefectiblemente se lo adjudicábamos a aquellos pocos (muy pocos) de nuestros profesores que con una mirada y un par de preguntas al paciente ya habían hecho el diagnóstico. Para ellos toda la tardada rutina de la primera consulta, con el interrogatorio llevado sistemáticamente con un orden clásico, la exploración física completa, el estudio de los exámenes de laboratorio y gabinete que ya estuviesen hechos, que los estudiantes debíamos hacer al enfrentar un paciente nuevo era, como señalan los autores de este capítulo, como “andar en bicicleta”. Los profesores mencionados podían detectar automáticamente los elementos claves, sintetizando en forma automática y con frecuencia espontánea (es decir, sin pensarlo en el momento sino más bien a posteriori) los datos claves para el diagnóstico. Alguna vez le pregunté a uno de mis maestros (el Dr. Jorge Flores Espinoza) cuál era el secreto de su infalible puntería y me contestó sonriendo: “Son los años, doctorcito…”
El Capítulo 6 de esta Primera Parte se refiere a la “Responsabilidad Médica en México. Aspectos Legales.” y es excelente. Yo formé parte de la CONAMED durante 4 años y suscribo todas las observaciones y comentarios que hacen los autores de este importante texto, que incluye los textos pertinentes de la legislación mexicana actualizada, así como una breve, pero útil bibliografía.
El Capítulo 7, titulado “Virtudes en medicina”, empieza citando a Aristóteles, a San Agustín y a Santo Tomás de Aquino; lo que me asustó un poco, pero con la lectura se me fue quitando el miedo. Los autores examinan la inteligencia, la ciencia y la sabiduría, la veracidad, la justicia y el valor, y los ejemplifican con 4 casos clínicos muy interesantes y muy comunes.
En la última parte, escriben de otras virtudes como la humildad, la compasión, la reverencia, la justicia, la prudencia, la promesa de confianza, la simplicidad y la fortaleza. Su último párrafo dice:
“Así como los casos presentados, cada día se presentan distintos dilemas éticos y son los médicos quienes deciden el rumbo del mismo. Por lo tanto, es imperativo reflexionar sobre nuestras acciones y decisiones, porque sus implicaciones trascienden más allá de toda normatividad, porque afectan al “otro”, a “uno mismo” y a la “sociedad”. Como fácilmente se expanden los vicios, el médico debe esforzarse en expandir en cadena las virtudes, siendo él mismo quien enseñe estas virtudes con su propio ejemplo.”
Amén.
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