En la actualidad, a los niños se les calza incluso antes de empezar a andar. Anteriormente se pensaba que el calzado desempeñaba un papel determinante en el desarrollo del pie del niño; esto es cierto parcialmente: un zapato de malas características afectará negativamente al pie del niño y del adulto, pero no significa que desarrollará o dará forma a un pie en crecimiento. Es de gran importancia que la elección del zapato se realice de acuerdo con el proceso de evolución del pie, pero tiene una relación más importante con la adquisición de la marcha y el desarrollo motor del niño una vez que éste camina.
Los pies de los niños no son versiones en miniatura de los pies de los adultos. Son mecanismos delicados en evolución, que requieren cuidados y atención para asegurar un crecimiento y desarrollo sanos.
El pie desde el nacimiento, hasta aproximadamente los 8 meses, tiene una mayor sensibilidad exteroceptiva que la mano. El lactante intenta tocar las cosas con los pies y debido a la hipotonía (que se hace máxima alrededor de los 6 meses), que se va sustituyendo por la hipertonía flexora de extremidades inferiores del recién nacido, el niño puede llevarse los pies a la boca, tocarse las orejas con los talones, patalear, etc., y es adecuado que el niño tenga libertad de movimientos.
Las características del calzado apropiado para los niños siguen siendo un aspecto controvertido. Algunos médicos creen que los zapatos son simplemente parte de la vestimenta de los niños, mientras otros piensan que los zapatos son herramientas terapéuticas capaces de corregir deformidades y prevenir discapacidades tardías en la vida.
El pie no ha nacido para ser calzado, pero desde tiempos remotos en la historia el zapato se ha considerado necesario e imprescindible en nuestro marco sociocultural.
No hay que olvidar que el pie del niño al nacer está formado por una estructura compuesta, casi en su totalidad, por cartílagos, y no es hasta los 18 o 19 años cuando se consolida finalmente.
Al nacer, los pies de los niños están constituidos en gran parte por tejido blando. La osificación de los esbozos condrales inicia en el periodo embrionario tardío y una parte considerable continúa posnatalmente. El proceso inicia en la falange distal del primer dedo, seguido por el metatarso, falanges distales de los dedos más pequeños, falanges proximales y termina en las falanges medias. La osificación del antepié se completa entre el tercer y quinto mes prenatales y, por esta razón, antes de la parte posterior del pie. Al momento del nacimiento la osificación de estos huesos está en la mayoría de los casos terminada. La completa osificación del pie ocurre en los primeros diez años de la vida. Los centros de osificación en el hueso navicular emergen alrededor de los tres años de edad con una gran variabilidad. La osificación de los centros apofisiarios y epifisiarios también ocurre al final de la primera década. Termina con la osificación de la placa epifisiaria al final del crecimiento entre los 15 y 21 años de edad.
Todas las estructuras de tejido blando, así como músculos y tendones, tejido conectivo y graso, están totalmente diferenciados en el recién nacido. Sin embargo, su completa rigidez y resistencia no se alcanza hasta la edad adulta.
Debido a la flexibilidad del pie durante los primeros 3 años de vida, en combinación con la abundante grasa subcutánea y la laxitud articular típica, es normal encontrar pie plano, que a esta edad se denomina fisiológico que no va a ser modificado por ningún tipo de calzado especial o modificado. Es por esto que el desarrollo del arco longitudinal se produce progresivamente con el crecimiento; está condicionado por disposición genética, factores exógenos como el peso, la actividad física y el uso excesivo de calzado.
En otro sentido, la mayor parte del crecimiento del pie ocurre dentro de los primeros tres años de edad. El pie de los niños a los tres años de edad ha alcanzado dos tercios de su longitud final.
Hasta la edad de tres años la longitud del pie incrementa 2 mm por mes. Entre los tres y cinco años la longitud aumenta 1 mm al mes. En el periodo entre los dos y los doce años el incremento en longitud es de 0.8 a 1 cm al año. La mayoría de las niñas alcanzan su longitud final a la edad de 12-13 años y los niños dos años más tarde.
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