La visión de uno de sus alumnos
El Dr. Renato Daniel Berrón Pérez nació en la Ciudad de México el 17 de octubre de 1934. Todos los que estudiamos y trabajamos con él, sabíamos su edad porque que tenía la misma edad que “La Polar”, un famoso restaurante de Birria cerca de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional (ENCB-IPN), abierto en 1934 y al que le gustaba ir.
Desde que era niño decidió que iba a ser médico a pesar de que su padre era abogado. Nos contaba que las únicas personas a las que su papá respetaba eran sus amigos médicos y por eso se decidió por esta carrera. Vivió con su familia hasta los 26 años en la “Privada del Buen Tono” en la Colonia de los Doctores. Desde muy joven fue muy aficionado al Jai-alai y al frontón, deportes para los que fue muy bueno, tanto así que a pesar de tener más de 60 años, con frecuencia invitaba a los jóvenes que rotábamos en su servicio a jugar y nos ganaba sin el menor esfuerzo (Figura 1).
Estudió en la Escuela Médico Militar porque era gratuita y las circunstancias económicas de la familia después del fallecimiento de su padre no eran las mejores. Aunque se sentía orgulloso de sus años en el ejército, siempre le costó mucho trabajo adaptarse a la rigurosa disciplina de esta organización. Una de sus anécdotas favoritas era de una ocasión cuando lo ponían a correr con armas y el estaba muy desvelado por estudiar para sus exámenes y se quedó dormido corriendo!
Siempre nos enseñaba la foto donde aparece en uniforme de fútbol con otros médicos que serían pediatras famosos como Ernesto Calderón Jaimes, Lorenzo Pérez Fernández y Eugenio Flamand. Además, aprovechaba para presumirnos su abundante cabellera de esa época porque después, tuvo una calvicie prematura.
Una vez terminada la carrera de medicina, realizó un internado rotatorio de 3 años y luego fue enviado por el ejército a Chilpancingo Guerrero durante casi 4 años. A su regreso en la Ciudad de México en el Hospital Central Militar como residente de tiempo completo en Medicina Interna se dedicó a estudiar problemas hematológicos bajo la tutela del Dr. Samuel Dorantes en el Hospital Infantil de México Federico Gómez. El Dr. Dorantes y uno de los maestros que más admiraba, el Dr. Abel Toro, le recomendaron asistir los lunes al “Club de Inmunología” que organizaba el Dr. Jesús Kumate y en el que participaban los fundadores de la inmunología en México como Ruy Pérez Tamayo, Carlos Biro, Sergio Estrada y Félix Córdoba y que a la larga darían origen a la Sociedad Mexicana de Inmunología. En estas reuniones escuchó discutir los primeros casos de inmunodeficiencias primarias y enfermedades autoinmunes en pediatría.
Enamorado de la inmunología, en 1967 ingresó y obtuvo el grado de Maestro en Ciencias con especialidad en Inmunología, en la primera generación egresada de la ENCB-IPN. Su tesis de maestría fue sobre el papel de la inmuno-globulina A secretora y su tutor fue el Dr. Jesús Kumate. Durante muchos años, el Dr. Berrón fue el titular del curso de inmunología clínica que era una materia obligada para aquellos médicos clínicos que quisieran realizar estudios de maestría en la ENCB-IPN.
Cuando el hoy Instituto Nacional de Pediatría (INP) fue inaugurado, su primer director, el Dr. Lázaro Benavides, junto con el Dr. Kumate, lo invitaron a diseñar y dirigir el “Laboratorio de Serología e Histocompatibilidad” y más adelante, sería el fundador y jefe hasta el año 2004, del Servicio de Inmunología Clínica y del Laboratorio de Inmunología.
El Dr. Berrón siempre insistió en el concepto de “Inmunología Clínica” como aquella especialidad que abarca el estudio de las enfermedades causadas por una mala regulación de la respuesta inmune (alergia y autoinmunidad) y también aquellas en las que existe inmunodeficiencia.
Gracias su visión, el Servicio de Inmunología del INP es único en su tipo donde se estudian y tratan pacientes con enfermedades autoinmunes sistémicas y órgano-específicas pero también, inmunodeficiencias primarias.
En el campo de las enfermedades autoinmunes, sin duda su mayor aportación fue el uso de fármacos inmunosupresores citotóxicos de forma temprana con la finalidad de evitar el daño permanente en órganos afectados y el uso de corticosteroides a dosis altas por tiempos prolongados, al mismo tiempo que lograba inducir remisiones prolongadas de las formas más graves de lupus y otras enfermedades autoinmunes sistémicas.
Nunca faltaba la anécdota que por haberse atrevido a usar la mostaza nitrogenada y la ciclofosfamida para el tratamiento de casos graves de lupus en niños, fue muy criticado por los reumatólogos más famosos de aquella época que incluso se atrevieron a llamarlo “criminal”.
En el campo de las inmunodeficiencias primarias también fue pionero en México y gracias a su interés para diagnosticar y tratar estos casos, el INP ha sido el Centro Nacional de Referencia para estas enfermedades.
Bajo su liderazgo, se realizó el primer trasplante exitoso en un niño con inmunodeficiencia combinada grave a principios de los años 80’s. Además, fue uno de los miembros fundadores del “Grupo Latinoamericano de Inmunodeficiencias” hoy “Sociedad Latinoamericana de Inmunodeficiencias”.
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