ISSN-01862 391

e-ISSN-2395-8235

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Órgano Oficial del Instituto Nacional de Pediatría

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Periodicidad: bimestral
Editor: Felipe Aguilar Ituarte
Abreviatura: Acta Pediatr Méx
ISSN: 0186-2391
e-ISSN: 2395-8235

El deber ser del profesor en el posgrado médico

The duty of the professor in postgraduate medical education

Acta Pediátr Mex 2014;35:171-172.

Mirella Vázquez-Rivera y Rosaura Rosas-Vargas

Dirección de Enseñanza
Instituto Nacional de Pediatría

El educador también debe ser educado
Paulo Freire

La actividad docente en el posgrado médico conlleva un compromiso y un placer especial por realizarla, es un proceso mixto, cognitivo-emocional; una tarea casi individualizada y altamente gratificante que exige del profesor no sólo la preparación científica sino, además, predisposición para involucrarse con responsabilidad y valor para insistir antes de desistir. Es una actividad que se disfruta y realiza por un reconocimiento de las necesidades formativas del médico residente y, mucho también, por amor al proceso de enseñanza-aprendizaje.

En algún momento de su vida casi todos los profesionales médicos se involucran en la enseñanza clínica. Al asumir este importante papel en el proceso de formación de los jóvenes médicos residentes, es importante saber que se está modelando en ellos un perfil profesional específico, siendo éste el eje principal de todas las acciones educativas. Cualquiera que sea la especialidad este perfil involucra tres áreas fundamentales:

El saber y/o tener los conocimientos teóricos que sustentan las decisiones clínicas.

El saber hacer, que incluye todas las habilidades y destrezas necesarias para la práctica médica.

El saber ser, que incluye las actitudes y valores.

En el contexto médico actual existe una tendencia por conceptualizar a la atención médica sólo como la competencia técnica experta, alejándose de una concepción más humana; pero como afirma Osler: “la atención médica también implica los aspectos éticos de ayudar al paciente a entender su proceso de enfermedad y la tarea de evitar que el acto médico quede reducido a la provisión de opinión y solución técnicas”; lo que enfatiza que la formación del médico residente debe estar centrada en valores, ética, humanismo y la necesidad imperiosa de recuperar y fortalecer la relación médico-paciente, así como enseñar los límites y prudencia para que la búsqueda del conocimiento no toque la dignidad del paciente.

Se espera que el docente en el posgrado médico sea capaz de fundamentar, planear, desarrollar, impartir y evaluar un proceso educativo específico relacionado con la especialidad médica de su competencia; que durante el mismo enseñe, oriente, supervise, valide o corrija, en todo momento, las acciones de los médicos residentes a su cargo y analice con ellos sus propuestas, de modo que enseñar y aprender sean un constante conocer y reconocer conocimientos, en el que ambos tengan la capacidad de ejercer los dos roles, para que se logre modelar en el alumno el perfil profesional esperado.

En la actualidad la tarea es difícil, sobre todo, con generaciones de médicos residentes que ingresan con la fortaleza y capacidad que les confiere haber nacido y vivido en la era de los dispositivos electrónicos; pero también con importantes debilidades en el ámbito emocional y poca tolerancia a la frustración, que pueden verse afectadas en la práctica diaria debido a las rotaciones en las diferentes áreas clínicas por las que los médicos residentes pasan durante su formación profesional. Sin embargo, y a pesar de las características de los alumnos, hoy y siempre, las cualidades que un profesor del posgrado médico requiere son pasión por enseñar, congruencia, humildad, sentido común, decisión, valentía, seguridad, tolerancia, paciencia y gusto por enseñar. También es importante estar comprometido con una permanente formación personal integral, que surja de una constante reflexión y evaluación crítica de la propia práctica docente.

Una realidad conocida por todos es que la enseñanza clínica se da en el contexto de una abrumadora práctica asistencial que ocupa la mayor parte del tiempo; no obstante, el médico residente requiere que el profesor le dedique el tiempo suficiente para un aprendizaje reflexivo. En este contexto, el alumno necesita sentirse parte del equipo de trabajo del profesor en el que se le exijan responsabilidad, entrega y estudio, con los que construya una disciplina intelectual a base de lectura seria, observación y análisis de los problemas clínicos a resolver, siempre con un espíritu creativo responsable; pero también, que reciba un trato respetuoso, sea escuchado y atendido como los demás miembros del equipo. Esto hará que el estudiante se sienta valioso en un ambiente en el que experimente la crítica constructiva y formadora que permiten, tanto al docente como al alumno, vivir plenamente el proceso de enseñanza-aprendizaje en valores.

El profesor constituye una estructura importante dentro del proceso de enseñanza aprendizaje; lo quiera o no, es responsable de formar el profesionalismo médico,  es un modelo importante para la formación del alumno: sus acciones, actitudes, palabras, desde el tono de voz hasta sus comentarios técnicos y opiniones de otras personas o acciones. Su entusiasmo e interés impactan de forma importante en el alumno, es por ello que entre lo que el profesor dice y lo que hace no debe haber distancia y, en caso de existir, se requiere de un compromiso para disminuirla cada vez más. Para ello es indispensable ser congruente en el actuar, lo que otorga prestigio, genera respeto y confianza, propiciando que los alumnos logren un aprendizaje consistente. En esta oportunidad de personalizar la experiencia del aprendizaje, la capacidad de los mensajes inconsistentes es enorme, los comportamientos o acciones inapropiados por parte del profesor son advertidos e imitados fácil y rápidamente por los alumnos.

Ser profesor del posgrado médico requiere madurez y coraje, es aceptar el reto de modelar y mejorar cada día las capacidades y potencialidades del alumno médico residente, como médico y como persona; en resumen, que el profesor sea testimonio vivo que vibra con sus alumnos y vive la acción educativa con la suficiente entrega para hacerlo y hacerlo bien.

 

LECTURAS RECOMENDADAS

  1. Freire P. Cartas a quien pretende enseñar. 11.ª ed. Mastrangelo S. traductora. Brasil: Siglo XXI, 2006; p. 141.
  2. Hutchinson L. ABC of learning and teaching in medicine. Educational environment. BMJ 2003;326:810-2.
  3. Spencer J. ABC of learning and teaching in medicine. Learning and teaching in the clinical environment. BMJ 2003;326:591-4.
  4. Tizón JL. Sobre la formación integral del médico: aportaciones de las primeras jornadas estatales de estudio y reflexión sobre el tema. Fundación Educación médica 2009;12(4):209-22.
  5. García VJL, García MJA, Ocampo MJ, Martínez GA. Declaración de principios éticos del educador en medicina. Rev Med Inst Mex Seguro Soc 2011;49(5):571-4.

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