Durante décadas, el Factor de Impacto (FI) ha sido el estándar de oro para evaluar la influencia y calidad de las revistas científicas. El FI, calculado por Journal Citation Reports (JCR), mide el número promedio de citaciones recibidas por artículos de una revista en un periodo determinado. Pese a su utilidad, existen algunas críticas generales, como el retraso temporal, ya que las citaciones tardan años en acumularse, lo que no refleja el impacto inmediato. Otro punto crítico es el sesgo de disciplina, ya que las especialidades con menor tasa de publicación (ej., medicina clínica vs. biología molecular) quedan en desventaja y, por último, y quizá lo más cuestionable, es la distorsión editorial, esto es, sabemos que algunas revistas manipulan el FI mediante auto citaciones o rechazando artículos «poco citables», entre otras prácticas.
En los últimos años, la hegemonía del FI ha sido cuestionada ante el surgimiento de métricas alternativas (Altmetrics), que, a diferencia de una métrica por citas exclusiva, ofrecen una visión más amplia y dinámica del impacto de la investigación. Estas nuevas herramientas suman no solo las citaciones académicas, sino también la difusión en redes sociales, políticas públicas, medios de comunicación y engagement (compromiso) con la sociedad, reflejando un impacto más inmediato y diverso.
Este cambio de medición propone integrar indicadores como: difusión en redes sociales (Twitter, Linkedin, blogs científicos); descargas y visualizaciones (PDF, plataformas como ResearchGate); uso en políticas (citas en documentos gubernamentales o Organización Mundial de la Salud (WHO por sus siglas en inglés) y menciones en medios (The Lancet vs. The New York Times). Plataformas como PlumX, Altmetric.com y Dimensions agregan estos datos, proporcionando un perfil de impacto multidimensional; por ejemplo, un estudio sobre COVID-19 puede tener pocas citaciones iniciales, pero un altísimo engagement en redes y aplicación clínica.
Así, las Altmetrics democratizan la evaluación al incluir impacto social y clínico relevante en áreas como salud pública, además de ser inclusivas con investigaciones «no tradicionales» (guías clínicas, preprints) y ofrecer transparencia por su rastreo en tiempo real. No obstante, “no todo es miel sobre hojuelas”, ya que sabemos lo incierto de las redes sociales, en el sentido en que persiste mucho ruido y manipulación: un tuit no equivale a rigor científico. Otro problema que no demos perder de vista es que existe un sesgo geográfico e idiomático, o una política hegemónica en la ciencia, que produce una sobrerrepresentación del inglés y países con mayor acceso digital; por último, y quizá lo más cuestionable, es la falta de estandarización, ya que no todas las métricas son comparables entre disciplinas.
Acta Pediátrica de México, como revista científica especializada en pediatría, ha implementado diversas métricas para evaluar su impacto y visibilidad en la comunidad académica. En Google Scholar: La revista posee un índice h5 de 8 y una mediana h5 de 9, lo que indica que, en los últimos cinco años, al menos ocho de sus artículos han sido citados al menos ocho veces cada uno. Según el SCImago Journal Rank (SJR), Acta Pediátrica de México tiene un índice h de 1 y un SJR de 0.119, ubicándola en el cuartil 4 (Q4) dentro de su categoría. La revista presenta un CiteScore de 0.5, con un SNIP de 0.230, posicionándose en el percentil 19 dentro de la categoría de Medicina Pediátrica, Perinatología y Salud Infantil y aunque no cuenta con un factor de impacto oficial en el Journal Citation Reports, se estima un FI de 0.137 para el periodo 2022-2023.
En este manuscrito no proponemos reemplazar el FI o la medición estándar en calidad científica, sino complementarlo con métricas alternativas y estar al tanto de mirar otras formas de evaluar la calidad de una revista o manuscrito, pues sabemos que, en muchas ocasiones, la relevancia de un tema o propuesta clínica no depende de un factor de impacto, sino de su capacidad de trasformar en términos reales la atención medica que se da a las infancias. Así, las métricas alternativas representan un avance crucial, pero su integración con sistemas tradicionales debe ser crítica y estandarizada.
Invitamos a la comunidad médica y científica a adoptar este enfoque híbrido, priorizando calidad, relevancia y apertura en la evaluación científica, porque medir el impacto real de la ciencia requiere mirar más allá de las citaciones.
Edgar Rivas Zúñiga
Editor ejecutivo
Acta Pediátrica de México