“El lugar donde nace un niño no debe determinar si vive o muere”
Tedros Adhanom Ghebreyesus
En la actualidad sobreviven más niños y niñas que nunca, desde el año 2000, la tasa mundial de mortalidad de menores de 5 años ha descendido un 51%; incluso, varios países de ingresos bajos y medianos bajos han superado este descenso, lo que demuestra que es posible progresar cuando se asignan recursos suficientes a la atención primaria de salud, incluida la salud y el bienestar infantil.
En meses pasados (marzo del 2024), el Grupo Interinstitucional de las Naciones Unidas para la estimación de la Mortalidad Infantil informó que el número de niños y niñas que murieron antes de cumplir cinco años alcanzó un mínimo histórico en 202, al descender a 4,9 millones.
Esta pérdida de vidas se debe principalmente a causas que se pueden evitar o tratar, como lo son: nacimientos prematuros, complicaciones durante el parto, neumonías, diarreas, entre otros. Así, muchas vidas podrían haberse salvado con un mejor acceso a una atención primaria de salud de alta calidad que incluyera intervenciones esenciales y de bajo costo, como acceso a las vacunas, disponibilidad de personal sanitario calificado en el momento del nacimiento, apoyo temprano y continuado a la lactancia materna, y diagnóstico y tratamiento de enfermedades infantiles.
Estas cifras reflejan los múltiples esfuerzos del personal de la salud y parteras que asisten a las madres tratando de proveer condiciones seguras para el nacimiento; así mismo, está el esfuerzo de los trabajadores de la salud que vacunan y protegen a los niños y niñas contra enfermedades mortales pero inmunoprevenibles y de los trabajadores de salud comunitarios que acuden a los hogares para ayudar a las familias y procurar a sus niños y niñas los cuidados oportunos en materia de salud y nutrición.
A pesar de estos avances, aún queda un largo camino por recorrer para poner fin a las muertes infantiles evitables. De los 4,9 millones de vidas perdidas antes de los 5 años, casi la mitad correspondían a recién nacidos. Es necesario invertir en educación, empleo y condiciones laborales dignas para los trabajadores de la salud que prestan servicios de atención primaria, incluidos los trabajadores comunitarios, para generar un impacto benéfico en estos indicadores.
La mortalidad infantil en los países de mayor riesgo podría disminuir sustancialmente si las intervenciones para la supervivencia infantil basadas en la comunidad pudieran llegar a quienes más las necesitan. Este conjunto de mediaciones por sí solo salvaría a millones de niños y niñas y ofrecería una atención más cerca del hogar. La gestión integrada de las enfermedades infantiles con foco al post parto, las infecciones respiratorias agudas, la diarrea, entre otros, deben ser los puntos prioritarios de intervención.
Cabe resaltar que, aunque las cifras muestran signos positivos, hay amenazas y desigualdades que ponen en peligro la supervivencia infantil en muchas partes del mundo, éstas incluyen: el aumento de la desigualdad y la inestabilidad económica; la aparición de nuevos conflictos o la prolongación de otros; la intensificación de las repercusiones del cambio climático y aún las consecuencias de la COVID-19; todo en conjunto podrían provocar el retroceso de los avances y la pérdida de vidas infantiles.
Los niños y niñas nacidos en los hogares más pobres tienen el doble de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los nacidos en los hogares más ricos, mientras que los niños y niñas que viven en entornos frágiles o afectados por conflictos tienen casi el triple de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los que viven en otros lugares.
Para el 2030, 59 países no alcanzarán la meta de mortalidad de menores de 5 años de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y 64 países no alcanzarán la meta de mortalidad neonatal. Esto se traducirá en que unos 35 millones de niños morirán antes de cumplir los cinco años, por lo que es fundamental mejorar el acceso a servicios sanitarios de calidad para todas las mujeres y todos los niños y niñas, incluso en situaciones de emergencia y en zonas remotas, circunstancia que traerá como consecuencia una disminución de la mortalidad infantil.
REFERENCIAS