INTRODUCCIÓN
La discapacidad derivada de las comorbilidades del periodo perinatal es frecuente, yendo de la mano del incremento de los avances científicos y tecnológicos del área de la neonatología.1 La incidencia global de parálisis cerebral (PC) en la década de los noventas era de 2.1 por cada 1000 nacidos vivos, actualmente hay una diferencia en la prevalencia en países desarrollados donde se reporta que es de 1.6 por cada 1000 nacidos vivos (IC 95% 1.5-1.7); comparada contra la prevalencia en países en desarrollo donde se estima que es de 3-4 por cada 1,000 nacidos vivos, posicionándose como la principal causa de discapacidad motora en menores de 5 años.2 En México se calcula que el 10% de todas las personas con discapacidad tienen PC.3En la cohorte reportada por Barron-Garza se calculó que la prevalencia en México fue de 4.4 por cada 1000 RN vivos 4.
Por años, se ha enfatizado la necesidad de incrementar a la par de la esperanza de vida, el mejoramiento de la capacidad funcional y calidad de vida de los recién nacidos. Lograr este objetivo, requiere la inclusión sistemática del tamizaje motor para la detección de alto riesgo de parálisis cerebral antes de los 5 meses de edad. Esto se debe a que existen intervenciones preventivas, de bajo costo y efectivas que pueden realizarse de manera temprana, para mejorar el desempeño funcional de los individuos. Retrasar el diagnóstico hasta los 2 años impide el acceso a las familias al mejor tratamiento posible.
La PC, al ser un grupo de trastornos definidos por la alteración del control motor y la postura, representa un reto diagnóstico sobre todo si únicamente dependemos de herramientas de tamizaje de población sana como la prueba de Evaluación del Desarrollo Infantil (EDI) que, aunque permite establecer con buena especificidad el riesgo neurológico, no permite destacar aquellos casos con alto riesgo de PC antes de los 5 meses.
Guía de práctica clínica para el diagnóstico temprano de PC
En 2017 se publicó una guía de práctica clínica internacional para la detección temprana y precisa de alto riesgo de PC, que permite hacer un tamizaje motor de los recién nacidos que tienen antecedentes de alto riesgo de trastornos del neurodesarrollo como la prematurez, restricción del crecimiento intrauterino, neuroinfección entre otros. Cuadro 15,6,7
La implementación de estas guías en Australia ha permitido disminuir la prevalencia nacional y la severidad de este trastorno. No solo es menos frecuente, sino que también resulta menos costosa a largo plazo, ya que se requieren menos tecnologías de asistencia.
Esta guía define dos rutas principales: La ruta A combina el análisis de movimientos generales (MG) y la resonancia magnética; en caso de no tener la posibilidad de contar una RM de buena calidad, podemos optar por la ruta B que suma a los MG, la exploración neurológica infantil de Hammersmith (por sus siglas en inglés, HINE), ambos enfoques cuentan con sensibilidad y especificidad superiores al 90%5. Figura 1
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