ANTECEDENTES
El tratamiento de pacientes pediátricos que de manera accidental ingieren cuerpos extraños es un reto para el médico general, pediatra gastroenterólogo y endoscopista. La Asociación Americana del Centro de Control de Intoxicaciones reportó que 75% de más de 116,000 casos suceden en menores de 5 años (6 meses a 3 años) y 98% son accidentales. Principalmente se trata de: monedas, juguetes, partes de juguetes, pines, huesos, bolos de comida, joyería, imanes y baterías de botón.1
Por lo general, los pacientes son llevados a servicios de urgencias por los padres o cuidadores que evidenciaron la ingestión o tienen sospecha “fundada” de ingestión de un cuerpo extraño, es decir, sin evidenciar el cuidador la ingesta, pero con síntomas sugerentes y factores de riesgo: juguetes u objetos pequeños cerca.
La elección de procedimientos diagnósticos o terapéuticos, y la determinación del pronóstico, dependen de diferentes factores como: tipo de cuerpo extraño ingerido, localización, tiempo de ingestión, síntomas gastrointestinales o respiratorios asociados, disponibilidad de servicios de radiología y endoscopia que cuenten con el equipo e instrumental adecuados, y del personal calificado.
Generalidades
Los niños pequeños exploran su medio a través de la boca, por lo que la ingesta accidental de un cuerpo extraño es frecuente a esa edad. La mayor parte de los cuerpos extraños ingeridos pueden ser asintomáticos sobre todo en etapas tardías, excepto los objetos grandes, filosos, o las baterías de botón. La recurrencia o ingestión de múltiples objetos es infrecuente y casi siempre sucede en pacientes con trastornos psiquiátricos.
La mayor parte de los cuerpos extraños que pasan al estómago pueden expulsarse espontáneamente a través del tracto gastrointestinal, 10-20% requieren extracción por vía endoscópica y solamente 1% mediante un procedimiento quirúrgico.2
Los cuerpos extraños que no se expulsan espontáneamente a través del tracto gastrointestinal se impactan en ciertos sitios anatómicos: anillo cricofaríngeo, arco aórtico o esfínter esofágico inferior; en el píloro, ligamento de Treitz, válvula ileocecal o en la unión rectosigmoidea; o en pacientes con ciertos padecimientos: estenosis esofágica, acalasia, divertículo de Meckel, o con bridas abdominales que condicionan un sitio de estrechez fisiológica o patológica. Desde luego que deben descartarse otras afecciones asociadas inflamatorias: esofagitis eosinofílica.
Las manifestaciones clínicas dependerán del tipo de objeto, localización, edad del paciente y el tiempo de ingestión.
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