Las adenopatías constituyen uno de los problemas clínicos más frecuentes que llevan a la consulta con el pediatra. Los ganglios linfáticos son parte del sistema inmunológico, con mayor capacidad de reacción ante diversos estímulos (infecciosos, neoplásicos e inmunológicos).1
La adenopatía es el crecimiento de uno o varios ganglios linfáticos, que puede ser agudo o crónico. Si bien depende de la localización, casi siempre se consideran anormales cuando miden más de 1.5 cm, como los ganglios pétreos o de superficie irregular con ulceraciones o cuando hay fijación a planos profundos.2 Se habla de adenitis cuando hay signos inflamatorios locales.
Por fortuna, entre 80 y 90% de las adenopatías en el cuello de pacientes pediátricos son benignas.3 Por su evolución, se consideran agudos los casos de menos de 21 días;4,5 los casos subagudos o crónicos evolucionan durante semanas a meses.5
El primer paso importante es la integración de la historia clínica y la adecuada y minuciosa exploración física que ayudarán a diferenciar entre posibles etiologías benignas o malignas.6 Cuadro 1
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