La atención del paciente pediátrico con una afección respiratoria constituye un escenario clínico frecuente en las áreas de atención médica. Entre éstas, el niño con sibilancias recurrentes representa un gran reto diagnóstico porque existe un amplio espectro de enfermedades que pueden condicionarla.
Las sibilancias son la expresión clínica del estrechamiento de la vía aérea pequeña asociadas con espiración prolongada y disminución de los ruidos pulmonares.1 Las sibilancias recurrentes hacen referencia al paciente que ha tenido tres o más episodios en el lapso de un año. Debido a su heterogeneidad debe confirmarlas un médico.2,3,4
REPERCUSIÓN EPIDEMIOLÓGICA
La prevalencia de sibilancias en el infante ha sido un aspecto tratado por distintos estudios clínicos. En la bibliografía se menciona que, aproximadamente, un 30% de los lactantes tendrá, al menos, un episodio de sibilancias. A los tres años de edad, un episodio de sibilancias habrá ocurrido en un 40% de los infantes y para los seis años casi la mitad habrá cursado con un cuadro de sibilancias.5
FISIOPATOLOGÍA
Se han considerado muchos factores para la aparición de sibilancias recurrentes en las que se describen aspectos medioambientales, factores socioculturales, genéticos, infecciosos y del mismo huésped. 6
Las sibilancias se producen durante la fase espiratoria prolongada por el paso rápido del aire a través de las vías respiratorias que se estrechan hasta el punto de cierre.7 En los niños obedecen a varios factores fisiológicos propios de su edad: aspectos anatómicos, genéticos, ambientales e inmunológicos que pueden interactuar entre sí y afectar el diámetro de la vía respiratoria. La obstrucción al flujo de aire se ve favorecida por el calibre de las vías respiratorias y la distensibilidad pulmonar del niño. Esto da como resultado una disminución en la presión de retroceso elástico y un cierre temprano de las vías respiratorias, incluso a volumen corriente. La resistencia al flujo de aire se encuentra inversamente relacionada con el radio del tubo a la cuarta potencia, por lo que un estrechamiento adicional puede causar una mayor limitación al flujo de aire y la aparición posterior de las sibilancias.8,5 Figura 1
EVALUACIÓN
Es fundamental revisar la veracidad de las sibilancias que informan los padres en un niño pequeño porque, en muchas ocasiones, no existe correlación entre la auscultación y el “silbido” o los “ruidos en el pecho” que ellos oyen e interpretan como sibilancias.9
La anamnesis debe incluir los antecedentes del niño y su familia, considerando la predisposición genética para las enfermedades alérgicas: asma, rinitis y dermatitis atópica, exposición al humo del tabaco, coexistencia o no de otros signos o síntomas acompañantes: diarrea crónica, rinorrea, desnutrición, infecciones en otros sitios, forma de presentación y factores desencadenantes, edad de inicio de las sibilancias, coexistencia con infecciones, duración, existencia o no de periodos asintomáticos, síntomas intercurrentes, sensibilización a alergenos y respuesta a tratamientos previos. La historia clínica, junto con la exploración del paciente, orientarán el diagnóstico y la pauta a seguir. El objetivo del examen físico es la identificación de características inusuales o atípicas que puedan sugerir otra afección subyacente.3,10,11 Cuadro 1
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