Conocí al Dr. Zaltzman en enero de 1973. En ese tiempo él era Jefe del Servicio de Nefrología de la Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez (IMAN), ahora Instituto Nacional de Pediatría y Jefe de Asistencia Médica (equivalente a Director Médico). Me entrevisté con él porque mi intención era entrar a la especialidad de Nefrología Pediátrica, de inmediato me abrió las puertas del Hospital, el mismo día me llevó a conocer el Servicio de Nefrología, me presentó al Dr. Raúl Vázquez Compean, quien era el residente de nefrología de 4º año, a los médicos adscritos y a las enfermeras del Servicio. El Dr. Zaltzman inspiraba respeto y me hizo sentir un ambiente de cordialidad, por lo que, sin dudarlo, acepté ingresar como residente de Nefrología a esta grandiosa Institución.

Fue mi Jefe tanto como residente y como médico adscrito, era muy estricto en el trabajo en el Hospital, anteponiendo siempre la salud de los pacientes, tratarlos con respeto, dedicación y amor, lo cual hacíamos todo el personal del Servicio. Además de enseñarnos nefrología, nos inculcaba que fuéramos buenas personas, con valores morales y siempre responsables y dedicados a la familia, a los pacientes y al trabajo. Estoy convencido que estas actitudes han sido seguidas por todos los residentes que tuvimos la dicha de estar en el Instituto y nos ha servido en nuestra vida diaria.

Fuera del Hospital era muy amable, nos olvidábamos del trabajo institucional, y nos inculcaba la amistad, algunas veces nos invitaba a su hogar y regularmente cada año íbamos a su casa de Cuernavaca; gran anfitrión, tanto él como Linda, su esposa. Se respiraba un ambiente de amistad y cariño. Todos recordamos esos agradables momentos.

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